miércoles, 6 de noviembre de 2013

El reloj de Arucas.

Prudencia Sosa Aguiar, vecina de Tasarte y que junto a su esposo Clemente Delgado e hijos vivía en la zona de El Arco, salió un día a Las Palmas de Gran Canaria a un médico con sus hijas María y Leandra, una vez hecha la visita por la que se trasladaron se dirigieron a Arucas para desde allí tomar un coche que las alcanzaran a Agaete, mientras estaban en Arucas se animaron a mirar tiendas y en una de ellas su hija María vio un reloj que le gustó mucho y pidió a su madre, Prudencia, que lo comprara. Prudencia plantó el no rapidamente, pero a su hija María le gustaba mucho el reloj y seguía insistiendo, -Comprelo madre, comprelo ande ... Prudencia añadía al no nuevas razones. - No que yo no voy a llegar a Tasarte cargando con eso tan pesado, María le dijo que si lo compraba ella le ayudaba a llevarlo. Entonces Prudencia aceptó comprar el reloj y se lo arreglaron de tal forma que el péndulo que daba las campanadas no se moviera en el trayecto desde Arucas a Tasarte. Las tasarteras llegaron a El Arco por la mañana, contentas se pusieron a colocar el reloj y ponerlo en hora, eran las doce de la mañana cuando lo pusieron en hora, a las doce y media el reloj dió una campanada, las mujeres y vecinos presentes se miraron extrañados ya que esperaban doce campanadas y media, cuando era la 1 del mediodía el reloj dió una campanada eso no extrañó a nadie, lo que si extrañó es que a la 1:30 el reloj volviera a dar una campanada fue cuando pensaron todos los presentes que el reloj estaba mal y Leandra una de las acompañantes en ese viaje tan largo y que había cargado también el reloj exclamó aquello de
- Comprelo madre, comprelo madre.....ahí lo tiene con una campanada sola y Arucas que no son 3 pasos.
Con el tiempo en la familia Delgado Sosa entendieron que el reloj estaba en perfecto estado y durante muchos años contaban la historia riéndose de aquella campanada sola que los dejó a todos confundidos. Hay que entender que de ésto hace más de 70 años y por entonces los relojes de campana no eran habituales y por tanto su funcionamiento dió lugar a esta confunción.
Esta historia ha sido contada por un nieto de Prudencia Sosa

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